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Tierra y Mar: el Chiloé de los límites difusos
El proceso creativo
El proceso creativo de este proyecto comenzó a fraguarse de manera inconsciente al comenzar a residir en Chiloé en 2017.
Nací en el mediterráneo. De pequeño me daba miedo el mar, no era mi medio. Cuando comencé mi andadura como fotógrafo nunca fotografiaba el mar, me interesaban otros paisajes, como bosques y montañas.
Mientras que en Chiloé el mar está siempre presente, el mar del mediterráneo y su borde costero suelen ser espacios de entretención para la población. En Chiloé el bordemar es un espacio que se habita y que forma parte de la cotidianeidad y la supervivencia, no solo humana sino de otras especies animales, definiendo su cultura y patrimonio.
Al vivir en Chiloé, el mar se convirtió en un límite que pude traspasar, y al descubrir la Teoría de los Edges en un artículo del fotógrafo y formador José Benito Ruiz, empezó en mí la necesidad de reflexionar sobre estos límites en mis propias fotografías de este espacio mar/tierra.
He investigado y experimentado con imágenes fotográficas que lleven al espectador a ver el límite (claro, difuso o inexistente) entre el mar y la tierra, que se da en Chiloé; a percibir el territorio desde ese “edge”, y aventurarse a traspasar ese límite, real o imaginado, tanto desde un punto de vista físico como emocional.
Mi propuesta incluye diferentes niveles de expresión, desde imágenes más realistas, fotografías simbólicas y otras más abstractas. La vaselina, los filtros, la baja velocidad de obturación son algunas de las técnicas que me han permitido expresar la idea o concepto de los límites, tal como los he sentido. Todas las fotografías están construidas en la toma fotográfica, no hay manipulación de la imagen digital de la imagen final, salvo los ajustes básicos de contraste, saturación, brillo, etc., y en algunas fotografías en las que he experimentado con la Teoría del Color en la fase de revelado digital.
Han sido muchas creaciones en este periodo de trabajo de más de 6 meses. Cada fotografía realizada lleva una parte de mí, de mi emoción y mi dedicación, y es difícil renunciar a cada una de ellas, pero es necesario hacerlo en pro de crear un proyecto coherente y concreto, y quiero agradecer la labor de Ana Sánchez, curadora de esta exposición, por encontrar las 56 fotografías que dan cuenta de mi mirada sobre los límites difusos entre el Mar y la Tierra en Chiloé.