Los acantilados y roqueríos de Duhatao, en la costa pacífica al norte de la isla grande de Chiloé, esconden rincones donde diversas especies de algas van y vienen, conviviendo por unas horas con las rocas y el bosque. Son espacios que han estado habitados desde hace miles de años, como atestiguan los conchales que encontramos en algunos de sus rincones.