El proceso creativo de este proyecto comenzó a fraguarse de manera inconsciente al comenzar a residir en Chiloé en 2017.
Nací en el mediterráneo. De pequeño me daba miedo el mar, no era mi medio. Cuando comencé mi andadura como fotógrafo nunca fotografiaba el mar, me interesaban otros paisajes, como bosques y montañas.
En Chiloé el mar está siempre presente. Pero mientras que en el mediterráneo el mar y el borde costero suelen ser espacios de entretención para la población, en Chiloé el bordemar es un espacio que se habita y que forma parte de la cotidianeidad y la supervivencia, no solo humana sino de otras especies animales, definiendo su cultura y patrimonio.
Al vivir en Chiloé, el mar se convirtió en un límite que pude traspasar, y al descubrir la Teoría de los Edges en un artículo del fotógrafo y formador José Benito Ruiz, empezó en mí la necesidad de reflexionar sobre estos límites en mis propias fotografías de este espacio mar/tierra.