La sombra que proyecta el propio fotógrafo de paisajes siempre es una preocupación, ya que su aparición se convierte en un error.

En este caso la sombra del fotógrafo es quizás la única forma de atestiguar que es lo que somos dentro de un paisaje que nos inspira a detenernos frente a él, reconocer sus límites y traspasarlos, en un intento de captar parte de su esencia.

Fotografía tomada en la playa del Aituy, comuna de Queilén con la cordillera de Los Andes al fondo.

En los paisajes marítimos del mar interior de Chiloé, los límites son difusos.

El estilo pictoralista en estas fotografías tiene como fin intensificar esta percepción, a través de imágenes con cierta abstracción, donde predominan las formas y colores.

Estos paisajes son captados a través de sus diferentes capas o términos, enfatizados por la propia verticalidad de las imágenes.

Para conseguir el efecto pictórico se ha aplicado vaselina sobre un cristal puesto delante de la lente, combinado con un largo tiempo de exposición.

En los paisajes de Chiloé, el mar es un elemento primordial. La mayor parte de la población que habita este archipiélago lo hace a través de la presencia del mar como un elemento integrado en la vida cotidiana: se ve, se huele, se escucha…y se vive sobre él.

En estas imágenes se relaciona el mar con otro elemento primordial en el paisaje chilote: la madera. Casas, barcos, embarcaderos, iglesias… son de madera, creando una relación armoniosa y duradera que define el paisaje cultural de Chiloé.

El Océano Pacífico es otro límite en Chiloé. Frente a él, mirando su horizonte, sentimos y sabemos que otros humanos y humanas, como nosotros, están muy lejos de acá.

Cuando miles de años antes, otros humanos miraban desde estos espacios ¿pensarían que estaban en el fin del mundo?.

El maritorio en Chiloé es ese espacio propio donde no existen los límites entre el mar y la tierra. En él se desarrollan gran parte de las actividades económicas, tanto de forma artesanal como industrial, que son el sustento de sus habitantes desde tiempos remotos, por su gran diversidad de mariscos, algas y peces.

Existen límites para el mar y el maritorio como formas de sustento (límite del ser), ya que actualmente no todas las actividades que se desarrollan en el maritorio de Chiloé son sustentables en el tiempo.

El mar interior de Chiloé ofrece la vista única de otro límite: la cordillera de Los Andes.

Muchos autores consideran que el océano Pacífico y la cordillera de Los Andes forman una barrera que hacen de Chile una isla.

El volcán Corcovado es testigo de cada movimiento, de cada actividad que traspasa límites espaciales y temporales en ese mar interior.

A veces las personas no percibimos el movimiento que se da en este límite, por nuestro propio movimiento o límites, tanto exteriores como interiores.

En Chiloé hay caminos que no acaban en el mar, a veces empiezan en él. Pero todos son una promesa de que recorrerlos puede desembocar en el infinito.

Los límites entre mar y tierra en Chiloé tienen una constante: la continua transformación por el efecto de las mareas. Un mismo espacio ofrece infinitas imágenes. Elementos que ahora podemos ver, en pocas horas dejarán de ser visibles.

El triángulo es una forma como mucha fuerza de expresión.

Cada una de las imágenes de esta serie pone en relación dos elementos que están en continua y constante conversación en los límites entre Tierra y Mar en Chiloé, formando un tapiz dinámico.

Las fuertes olas son un límite para entrar al mar y sumergirse, pero al mismo tiempo su visión nos permite disfrutar de su continuo danzar. Quizás a través de algunas neuronas espejo podamos danzar junto a ellas y traspasar sus húmedos límites con nuestra imaginación.

Newentun es la palabra en mapudungun que podemos traducir al lenguaje español como “tener fuerza”. La fuerza poderosa del mar le permite traspasar sus propios límites, unos límites que no tienen que ver solo con el espacio y el tiempo, sino también con los límites del ser.

Cada instante o momento capturado es único, nunca más se repetirá.

La llegada de cada ola genera infinitos cuadros, que pueden ser congelados gracias a la tecnología fotográfica. Para conseguir capturar estos instantes necesitamos usar cortos tiempos de exposición en la toma fotográfica.

¿Qué ocurre en el límite? ¿Qué elementos están en continua relación?  ¿Cómo es esta relación? Son algunas de las preguntas que en la investigación hubo que formular para poder abordar este proyecto fotográfico.

La sorpresa fue que en el límite también se juega y podemos jugar a hacer imágenes: la diversión está asegurada.

El límite está en continua transformación. La incertidumbre en él nos lleva a buscar algo a lo que aferrarnos.

Chiloé es famosa también por sus seres mitológicos y leyendas: El Trauco, La Fiura, la Pincoya, el Millalobo son algunos de los seres mitológicos más conocidos.

Menos conocida es la cosmovisión del pueblo mapuche/williche, que habitaba estas tierras antes de la colonización española, que incluye en su espiritualidad seres llamados ngen (“espíritus”) que protegen los elementos naturales, como el agua, el aire, los bosques, la tierra.

Ko significa agua.

Ngen Ko sería el espíritu que protege el agua.

La llegada y salida del sol, en un ciclo continuo de aproximadamente 24 horas, proporciona la mágica luz de los amaneceres y atardeceres, gran tesoro para fotógrafos y fotógrafas de paisajes.

Son límites del tiempo, con atmósferas efímeras que solo pueden ser registradas con altas dosis de paciencia y meticulosidad.

Esta fotografía que cierra esta exposición es en realidad la primera que se tomó cuando este proyecto era solo una idea en construcción, sin definición concreta y con límites difusos.

Fue la primera experimentación sobre como representar los “edges” o límites desde la relación Tierra y Mar que se da en Chiloé.