Chiloé es agua que dibuja el cielo con miles de formas y colores, que cuenta historias posibles e imposibles, estimulando la creatividad de quien mira los cielos de Chiloé.

Chiloé es agua que transforma el horizonte, lo moldea, creando un paisaje que nunca se ve ni se siente igual.

Chiloé es agua que nada entre dos mares: el calmo, detenido en el tiempo y con bordes o límites difusos; y el agreste, tosco e impetuoso, que busca más allá de sus fronteras.

Chiloé es agua que viaja a través de ríos y cascadas, reposa en lagos y lagunas, y se refugia en bosques y humedales.

Chiloé es agua que crea brumas convirtiéndose en un espacio onírico, un lugar donde soñar.

Chiloé es agua constante en forma de lluvia, agua que nutre y sacia, que limpia y transforma, que dibuja, junto al sol, miles de tonos verdes, revelando un paisaje único.

Chiloé es agua que dibuja el cielo con miles de formas y colores, que cuenta historias posibles e imposibles, estimulando la creatividad de quien mira los cielos de Chiloé.

Los palafitos eran las casas que podían construir quienes no poseían tierra: el mar era un espacio libre. Hoy, muchos de estos palafitos se mantienen debido a su cambio de uso, pasando de lo habitacional a lo turístico.

Chiloé es agua en su función de espejo donde reflejarse, para mirarse y reconocerse, e interpretarnos como persona y comunidad.

La técnica de clave alta permite en estas imágenes sobreexponer el agua para que esta se convierta en un espacio de ensoñación, donde centrarnos en los objetos y seres que habitan en ella.

Chiloé es agua en su función de espejo donde reflejarse, para mirarse y reconocerse, e interpretarnos como persona y comunidad.

La alta presencia del agua en Chiloé a veces nos hace olvidar la importancia de conservarla, no solo a ella, como elemento vital, sino a aquellos elementos de la naturaleza que permiten que ella fluya, descanse y se resguarde.

Preservar el agua, sus estados, formas y ciclos, es imprescindible para la supervivencia humana.

Chiloé es agua en su función de espejo donde reflejarse, para mirarse y reconocerse, e interpretarnos como persona y comunidad.

El reflejo de un barco se muestra en la arena durante la bajamar en la playa de Duhatao en la costa noroccidental de Chiloé.

Cada bajamar construye nuevas texturas en la arena donde los reflejos parecen más que reflejos.

Chiloé es agua constante en forma de lluvia, agua que nutre y sacia, que limpia y transforma, que dibuja, junto al sol, miles de tonos verdes, revelando un paisaje único.

Chiloé es agua que juega, que provoca, interaccionando con todo lo que encuentra en su fluir.

Chiloé es agua que rodea a este archipiélago como una barrera, que aleja y aísla, y que, al mismo tiempo, se convierte en su vía de conexión comunitaria.

Chiloé es agua que juega, que provoca, interaccionando con todo lo que encuentra en su fluir.

El agua en Chiloé encuentra su refugio en bosques y humedales, y en una importante especie vegetal: el pompón (Sphagnum magallanicum).

Preservar el agua en Chiloé solo es posible si mantenemos el bosque nativo. De esta manera mantenemos la identidad chilota, conservamos su patrimonio, y mantenemos formas culturales que aún están en armonía con la vida.

Unos palos, restos del antiguo muelle, acompañan al nuevo muelle del Lago Huillinco. Son testigos incansables de las muchas vidas que recorrieron, recorren y recorrerán Chiloé.

Sus reflejos en el agua son, quizás, un acto heroico, una resistencia a desaparecer.